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Capítulo 8: Atrapados en el Antiguo Egipto

Una vez más, recuperaron la consciencia y se encontraron en un extraño lugar. Miraron a su alrededor: jeroglíficos, paredes pintadas... sin duda estaban en una pirámide del Antiguo Egipto.

Decidieron de nuevo inspeccionar el lugar y se encontraron al final de una sala con un sarcófago, huyeron silenciosamente y con cuidado para no provocar ninguna cosa rara, como tantas veces les había sucedido hasta ahora. Pero al pisar una loseta más blanda de lo normal, activaron una trampa.

Decenas de lanzas volaban por los aires hacia nuestros amigos, que hacían todo lo posible por esquivarlas hasta que una de ellas alcanzó a Javier, el seguro de sí mismo. Una vez más, era el blanco de todas los hechos extraños que les habían sucedido hasta ese momento.

Logró deshacerse de ésta partiéndola por la mitad pero el veneno de la flecha ya había entrado en su cuerpo y se desplomó poco después en el suelo de la pirámide, estaba muerto o al menos en coma. Roberto, el experto en situaciones límite, intentó salvarlo de todas las formas posibles pero de nada sirvió.

Decidieron abandonarlo en la sala donde estaban y proseguir la marcha. Llegaron a una nueva sala, donde había tres puertas para seguir el camino. Cada uno tomó una puerta diferente: Machete tomó la de la izquierda, Roberto la puerta central y Nuria la de la derecha.

A cada uno le esperaba una sorpresa desagradable diferente.

Nuria fue perseguida por una bola de piedra gigante por toda la pirámide, Roberto intentó ser devorado por una esfinge y Machete se encontró frente a frente con la momia de que había salido de su sarcófago y se paseaba por su casa cual fantasma errante.

Nuria, después de varias horas y bastante cansada, logró despistar a la bola dando un gran salto y agarrándose a una barra que estaba anclada en la pared y fue a ayudar a Roberto con la esfinge.

Éste con su pistola láser y Nuria a puño limpio, comenzaron a luchar con la esfinge mientras que ésta, cual dragón, echaba fuego por la boca e intentó reducirlos a ceniza.

Fue una batalla larga y dura, la esfinge era una criatura bastante fuerte pero afortunadamente dieron con su punto débil: si cortaban su cola, todo se acabaría. No fue fácil, Nuria intentó captar la atención de la esfinge para que Roberto pudiera conseguir su objetivo.

Finalmente lo consiguió y los dos se reunieron con Machete. Éste llevaba bastante rato luchando con la momia, que lo perseguía sin descanso por la sala donde se encontraba. De repente, Nuria pisó algo raro en el suelo y una trampa se accionó. La pared empezó a estrecharse y dos muros de pinchos a derecha e izquierda comenzaron a unirse, intentando herir a los tres. La momia volvió a su sarcófago pensando que la maldición ya se había cumplido.

Por suerte, lograron escapar pulsando un botón en un jeroglífico que les llevó a un pasadizo secreto. Éra un camino bastante oscuro, así que decidieron coger una antorcha de las que había colgadas en la pared para poder seguir caminando en la oscuridad del pasadizo. Iluminaron al frente y vieron que en el suelo había varias vendas y una especie de máscara.

Machete cogió esta última y se la puso. Al instante fue poseído por el espíritu del antiguo faraón, cuya momia descansaba en el sarcófago de esa pirámide. Roberto y Nuria no podían luchar contra él, ya que era el más fuerte de su grupo. Pero de repente, de forma inesperada, apareció Javier, que no había muerto y blandiendo una espada, que nadie sabía de donde había salido, comenzó a luchar con él.

Fueron varias horas de intensa lucha hasta que consiguió arrancarle la máscara a Machete de la cara, el cual se desmayó al instante. Cuando despertó, no se acordaba de nada, fueron a darle las gracias a Javier pero había desaparecido misteriosamente. ¿Que había pasado? ¿Había sido real o sólo una pesadilla?

Entonces, vieron algo de luz a lo lejos. habían encontrado la salida de la pirámide pero al salir al exterior, se encontraron un lago donde el agua tenía un olor y un color bastante asquerosos. No había otra forma, tenían que atravesar ese lago nadando. Se dieron cuenta que sólo les cubría hasta las rodillas y decidieron ir andando.

El olor a putrefacción era cada vez más fuerte, no había quién respirase ese aire. De repente, una nube tóxica envolvió a los tres y fueron arrastrados por ella hacia un nuevo destino. ¿Dónde estaban?


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